Cuando el libro “Bestias” de MJ Escosura cayó en mis manos no tenía ni idea de lo que era el dadaísmo. Leí la dedicatoria y el comentario de Tatiana Beca Osborne con el asombro de quien no entiende nada.
Pero, para mi sorpresa, en cuanto busqué la definición de “dadaísmo” empecé a ver cosas que, de otro modo, no habría visto. Pasé página a página disfrutando de los dibujos hechos por la autora. Eran curiosos y originales. Una idea excelente para atraer la atención de los que, aun teniendo buena voluntad con la naturaleza, no somos del todo conscientes del peligro que corren los animales y plantas con los que compartimos el planeta Tierra.
Su forma de expresarse también me pareció curiosa, sobre todo porque no entendí muchas de sus expresiones. A mi edad, y con toda una vida centrada en el orden y la lógica, me intrigó que dentro de ese caos hubiese tanta alma y coherencia. Noté su preocupación por los animales; sentí que la autora sí hacía algo por mejorar las cosas…
Lo volví a repasar página a página; las letras empezaron a estar más claras ante mis ojos y comprendí la intención, las ganas de transmitir, el ansia por ser entendida. Entonces… me encantó el libro.
Betty Ruiz
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Deconstruir el arte
En la línea del estilo rompedor de su anterior libro de poemas, Ü (2022), MJ Escosura nos convoca a Bestias. Y las bestias son una relación por ella elegida de animales en peligro de extinción y que Escosura, también dibujante, representa en el poemario. Los dibujos no corresponden a un solo animal, sino a dos, son criaturas mixtas.
La hibridación no es caprichosa, claro. Forma parte esencial de lo que la autora siente que es, desea decir, vivir y transmitir. Porque ella se da a conocer como queer, palabra inglesa que reúne sinónimos de diversa índole: algunos despectivos; otros, en cambio, muy positivos, tales como unorthodox, atypical, unexpected, out of the ordinary. Los que cito aquí son epítetos que definen con precisión la producción artística de Escosura y su proyección como persona artista. Clasificar a las personas y sus cualidades a partir de un simplón sistema binario: hombre-mujer, bueno-malo, simpático-antipático… es una torpeza, una simplificación que no hace honor a la realidad ni a la verdad (y distingo entre realidad y verdad porque no son lo mismo, pero a ambas las traiciona la simplificación).
Sí, Escosura es una rompedora absoluta, absoluta porque el gesto de su rompimiento afecta a todo: a su entorno y a toda su actividad; no hay escisión entre la percepción de sí misma, la que tiene del mundo y de la sociedad y la que proyecta en la creación artística. Es un todo coherente y radical. Coherente porque su gesto es crítico en todos los ámbitos de la esencia y la existencia, y radical porque experimenta sin temor, no con intención de aniquilar por aniquilar, sino para acercarse a otra verdad, a otra realidad diferente de la que se nos transmite culturalmente. No es en absoluto nihilista. Reconstruye para crear. No destruye; afila su mirada a su interior y a su entorno para ver, ver de otra manera y así crear una nueva mirada, más productiva y respetuosa con el sentir y el mirar subjetivo de cada cual.
No puede así extrañarnos que MJ Escosura recoja el testigo del vanguardismo del siglo XX, sobre todo del dadaísmo, que surgió en torno a 1916 en el Cabaret Voltaire de Zúrich, promoviendo un arte que surgía al azar y tendía al caos, como oposición y rechazo al arte burgués del momento y se declaraba anti-todo. Sin embargo, si dadá —palabra que hasta entonces no significaba nada— se dio a conocer más por su decir NO al arte de la segunda década del siglo pasado ofreciendo el caos —ausencia de alternativa— como contrapartida, no me parece que sea el caso de Escosura. Ella experimenta con la intención de encontrar una alternativa y en su camino de experimentación pone en práctica lo que se le antoja productivo para tal alternativa, aunque ésta pueda ser provisional, incluso para ella. La autora deconstruye, desmantela el lenguaje artístico tradicional, lo desintegra, pero no asola, no nos deja la nada; el paisaje que queda tras ese desmantelamiento no es la devastación. Ella ofrece otras opciones. Las piezas que le quedan son aprovechables, pueden tener otra vida con retoques: reordenación silábica, combinatoria inusual con inclusión de signos ortotipográficos dando lugar a otro concepto de palabra… Escosura pulveriza la lengua, pero no echa el polvo a la basura, sino que lo recoge y crea otra. Crea otra lengua y otro lenguaje.
Escosura —lo mencioné ya en mi reseña de su otro libro, Ü— es una iconoclasta total: lo desmantela todo: la morfología y la sintaxis…: inventa verbos, hace transitivos verbos que no lo son, separa palabras inseparables según la ortodoxia, usa asterisco o dos puntos entre las sílabas de una palabra (de lo que entendemos tradicionalmente por una palabra)… Trata pues la lengua y el lenguaje (el verbal y el plástico) con absoluta libertad, juega con ellos, según le sugiere el momento de creación correspondiente. Se adivina en ella una voluntad de potenciar tanto en sí misma, en el preciso momento de la creación, como en sus lectores, en el preciso momento de su lectura, las asociaciones semánticas que ella propone (que con el novedoso tratamiento lingüístico que ella aplica son insólitas). Pero va más allá: también quiere potenciar las que a cada individuo puedan ocurrírsele personalmente. Porque la riqueza de asociaciones que sugiere una palabra, media palabra, una cadena fónica más o menos larga o incluso una sola sílaba aislada es diferente en cada individuo (o puede serlo), porque las asociaciones tienen que ver con su educación, su cultura (en toda la amplitud de acepciones que le demos al término) y con sus vivencias personales. Las asociaciones surgen de manera automática cuando vemos, oímos, tocamos, leemos lo que sea y tienen mucho que ver con nuestro sub- o inconsciente personal. En Escosura hay espacios de libertad individual, que reserva a cada uno de sus lectores y/u observadores de sus dibujos. Diríase que sus lectores se convierten, en el momento de la lectura u observación, asimismo en creadores, y cada creación con su firma personal.
No es casualidad que escriba Bestias a mano, con una letra difícilmente legible. Intencionadamente es así, precisamente para permitir diversas posibles interpretaciones. Cuando el lector se tropiece con una letra que no consiga descifrar a la primera deberá elegir cómo la interpreta y lo hará según su íntima y subjetiva asociación, determinada por un conjunto de factores, ninguno de ellos al uso.
La dificultad de descifrar en algunos momentos su escritura es la razón por la que no reproduzco aquí ninguno de sus poemas; ello implicaría desvelar su encanto y su intención.
Vaya el ejemplo que sí puedo incorporar a esta reseña porque éste sí está escrito con una tipografía industrial: A modo de antetítulo leemos:
IÜNA
Resquebraja mi aliento
la napia entre peludos,
si con ojo sigue su línea
Con la misma intención de avivar la subjetiva interpretación libre la autora utiliza a veces puntos suspensivos (…), dando a entender: «complétalo tú, lector», o escribe casi siempre observaciones, sentencias que se nos antojan absurdas. Y diríase que en su caso utiliza el absurdo como herramienta para conseguir su contrario: el sentido. Cada cual encontrará el suyo. También sirve a este objetivo el estilo lapidario, conciso, desnudo: menos es más.
El libro incluye un breve pero acertado prólogo de Tatiana Beca Osborne y, al final, una relación de los nombres de los animales en peligro de extinción que el libro considera. Los nombres no están dispuestos en orden alfabético ni por orden de aparición en las páginas, así que me pregunté cuál sería la intención de la autora y, como los nombres de los animales que él hibrida no van seguidos, hasta llegué a trazar líneas de unión entre ellos para ver si aparecía ante mí un dibujo que me revelara la clave del misterio. Pero no, no logré salir de dudas.
Probablemente —en realidad estoy segura de ello— MJ sigue queriendo sacarnos del sopor en el que estamos sumidos y de la inercia que conduce nuestra vida cotidiana, decirnos que despertemos y que nos pongamos a pensar.
Anna Rossell
Las nueve musas https://www.lasnuevemusas.com/deconstruir-el-arte/
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JOSE LUIS RODRIGUEZ LEAL escribe sobre SIN DECIR NADA de MJ Escosura por Begoña Zamacona en la Voz que Lee
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MJ Escosura o la poética de lo absurdo [aparentemente]
Todo lenguaje es limitado por definición, más aún el verbal, encorsetado en estrictas reglas gramaticales. Las vanguardias de la primera mitad del siglo XX han sido especialmente representativas del ansia humana por escapar a la comunicación lógica. Lo han sido en las diversas manifestaciones artísticas, en arquitectura, pintura y escritura, y se han influido unas a otras: futurismo, cubismo, fauvismo, poesía visual, estridentismo, expresionismo, creacionismo, ultraísmo, surrealismo, dadaísmo… Los ismos se reprodujeron en poco tiempo en un intento de promover la evolución en la comunicación artística, y aunque no todos pretendieron romper con la lógica de la razón, sí ensancharon siempre miradas y técnicas que parecían haber agotado sus posibilidades.
MJ Escosura hace suya la herencia de algunos de estos ismos, sobre todo del dadaísmo y una suerte de complemento gráfico que no es el caligrama de la poesía visual.
Como hicieran los creadores del dadaísmo Hugo Ball o Tristan Tzara y el Cabaret Voltaire en Zúrich, Escosura se rebela contra la lógica y apuesta por lo (supuestamente) absurdo. Su técnica es, como lo fuera la vanguardia que la inspira, fruto de la sensación instantánea personal, o eso parece. Su estilo se reduce a lo esencial: rehúye lo superfluo, es estrictamente sobrio, parco y lapidario. La condición sucinta de sus poemas le impone una brevedad que desemboca en el aforismo. Tiende a la sentencia:

Tu verdad invisibiliza
la calma : cesa. No es fácil
darme : el valor que mereces +
O bien:

recogiendo su sentido :
complementando …
Se debatían en silencios
[ de dos ]
Y si bien el aforismo y la máxima al sentenciar acotan el pensamiento de forma precisa, la técnica de Escosura pretende ir más allá subrayando el mecanismo inconsciente de la asociación para hacerlo aflorar a la conciencia.
Deconstruye la morfología de las palabras para reconstruirlas a su propia manera, interrumpe secuencias silábicas que a primera vista quisiéramos juntar y junta otras que tenderíamos a separar. Lo mismo ocurre con la sintaxis, que a veces queda en suspenso; juega con la asociación instantánea (léxico-semántica o fonética, explota diversas acepciones de una misma palabra): «
Está dentro
de su cabeza y …
parece un con –
sentido .
Y aún:
Cuándo las películas
te las montas
sin saberLo justo?
Seduce aquello insinuado ..
u organiza saltos fonético-semánticos en la mente del lector:
Lo seres lúnicxs
Cómo son únicos
roban a lo lúcido : su
condición lúdica .
O bien:
síestá de :
siesta
O utiliza los signos ortográficos como lenguaje significativo adicional, bien como complemento de sentido, bien como sentido en sí mismo:
O también:
Cuando me llame +
por apaciguar * .
[A]prenderé > <
O desmonta frases hechas que le sirven de material para crear una aseveración inédita:
¿Estar : más solx
que la [l]una ?
Y otro:
Quedarse como la típica piedra, preciosa ..
Por la que me empeñaría .
Pero cada poema, de dos, tres o cuatro versos, situado en la página derecha, va acompañado en la izquierda de un dibujo que lo complementa de un modo casi —valga la palabra— literal, casi figurativo.
Si la poética visual utiliza la expresión gráfica del caligrama para conformar una imagen con el propio texto, en Escosura no predomina la imagen sobre el texto, el ojo del lector-espectador no capta la imagen en primera línea, sino que lo gráfico y lo textual capturan el ojo por separado. Ambas partes son por sí mismas independientes y complementarias, sin que ello suponga paradoja ni redundancia. Ambas cumplen su función por separado y adquieren nueva vida en su conjunto.
Sara Levesque, autora del prólogo, se refiere a las letras de Escosura como a «[…] esos guiños rizados y enrevesados que tanto me gustan […]». Y, sí, sus poemas pueden definirse como guiños. Y sabemos que los guiños son siempre sugerentes, estimulantes y evocadores.
Encuentro en Internet estas palabras de la autora, que introducen bien en su escritura:
Descripción
Creo ilusiones utópicas
dando el típico lugar a cualquier sensación : en
manías reflejadas sin que se noten demasiado /
[in]tentando lo abstracto del imaginario común ..
Es… cualquier pretexto-empático
con rasgos escritos por ellxs .
/ MJ Escosura
Anna Rossell
Las nueve musas https://www.lasnuevemusas.com/mj-escosura-o-la-poetica-de-los-absurdo-aparentemente/
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Un soplo de aire fresco. Nada puede describir mejor qué es Palabrerías, la sorprendente antología de poemas/aforismos/reflexiones que acaba de publicar MJ Escosura «canahlla» con la Editorial Círculo Rojo. Eso sí, como todas las grandes pequeñas obras que han surgido en estos tiempos de la postverdad, no es para todos los públicos. Y no, no es clasismo. No quiero decir que sea una obra para una determinada élite intelectual, sino todo lo contrario. Es una obra para los que conocen la vida, la vida de verdad, la de ahí fuera; no para adictos a Coelho, instagramers aspirantes a poetas o vendedores de amor sintético. Es una obra difícil, compleja, poliédrica, contundente, ácida, cínica, tremenda y provocadora. Y actual, y vanguardista…
Además, es breve, lo que siempre es de agradecer. Ya lo dijo el sabio: «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». No hay nada peor que esos libros inflados a los que se les podría quitar la mitad de sus páginas y seguirían diciendo lo mismo. Como cuando un alumno se enfrenta a una pregunta complicada en un examen, a una pregunta cuya respuesta conoce, pero no lo suficientemente bien, y engorda lo que escribe para que parezca que sabe más de lo que sabe. Pero ojo, no es fácil sintetizar en literatura. «He hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para hacer una más corta», dijo en cierta ocasión el grandísimo pensador francés Blaise Pascal al respecto de esto que les comento.
Pero, si en literatura es digna a agradecer la brevedad, en filosofía lo es aún más. De hecho, existen varias modalidades de sentencias filosóficas breves, como el aforismo, una oración que pretende expresar una idea de manera concisa, lógica y definitiva, y sus primos hermanos los apotegmas (lo mismo, pero dicho por un famoso) o las máximas (que tienen un contenido eminentemente moral). Nosotros, los íberos, tenemos nuestra propia modalidad, un género creado por el vanguardista Ramón Gómez de la Serna que recibe el nombre de greguería.
Dicho esto, este libro, Palabrerías, está compuesto por una ingente cantidad de greguerías y de aforismos, pequeñas cápsulas de sabiduría, pequeñas consideraciones, que cobijan y custodian en su interior pensamientos tan poderosos como necesarios. Si me permiten la metáfora, son como pequeños disparos de filosofía que se adentran con fuerza en lo más profundo de la conciencia de los lectores y les llevan a meditar sobre los diferentes temas que esta pensadora/artista/vanguardista nos plantea.
Canalha nos habla de muchas cosas, brevemente, filosofando a martillazos. Nos habla de los muros que levantamos cuando estamos solos, de lo cuesta liberarse de la cobardía, de que lo imposible es cuestión de tiempo, de lo que mola tener pájaros en la cabeza —¿qué seríamos sin ellos?—, de que hay que luchar contra «la típica mayoría vulgar y corriente», de los miedos que no entienden de tiempos, del querer ser que no entiende de derrotas, de los saltos hacia la perdición, de los vínculos que nos empeñamos en hacer indestructibles, de lo malo que es no tener nada que perder. Fracasos que se suman exponencialmente, el peso de las sonrisas, sentidos alborotados sin sentido, ganas de seguir, faltas de interés interesadas, sueños sin timón, días ñoños, amores que invitan a escapar, insensatez contagiosa, nostalgias que impulsan, penas con ritmo, pasos distinguidos.
Podría hablarles de lo formal, poniéndome pedante, y contarles que «canahlla» juega con la prosa y la poesía y las disuelve en un totum revolutum tan delirante como perfectamente construido; podría destacar la habilídisima mezcla de vocabularios y la ruptura de las normas de puntuación como forma de arte y expresión; o la capacidad que tiene, gracias a su maravillosa pluma, para producir en el espectador sentimientos que van desde el más absoluto desprecio por lo que lee al enamoramiento y, casi, al síndrome de Stendhal; podría gritar a los cuatro vientos que esta poeta, tan loca —entiéndase— como brillante, ha hecho suya aquella máxima que Chuck Palahniuk excretó en alguno de sus libros: «La inspiración necesita enfermedad, heridas y locura».
Pero, perdonen el bucle, no es una obra fácil. El lector que se adentre en Palabrerías debe saber a qué se atiene. El que avisa no es traidor.
Lo que
me está pasando
es… que quiero
decirte, al oído: Que
estoy aquí…
Círculo Rojo https://editorialcirculorojo.com/actualidad/resenamos-palabrerias-de-canahllas
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Mi querida MJ Escosura no solo tiene un talento natural para la poesía, sino también un estilo propio y único, muy definido, lo cual no es muy común entre escritores tan jóvenes. La poesía de MJ Escosura es original o extraña en el buen sentido de la palabra y, de repente, lanza una de sus sentencias y te hace clic el cerebro. Algo ha tocado ahí dentro… O te suena un punck en el corazón, algo se ha movido entre sístole y diástole. Os recomiendo a esta joven poeta que promete seguir sorprendiendo. Además ilustra su propio poemario con unos dibujos que tiemblan y hacen temblar igual que sus poemas. Sara Levesque su editora, otro talentazo.